En Talleres nos enorgullecemos de ser dueños de una historia apasionante. De aquellos obreros del ferrocarril hasta vos que estás leyendo esto. Pasando por la bandera en París, el saludo del Papa Francisco y cada anécdota que recordamos con una sonrisa.
Nuestra camiseta Azul y Blanca es un símbolo de identidad que se ve en cada rincón de la provincia. En cuanto a camisetas suplentes o alternativas, algunos inflan el pecho con la icónica casaca azul, otros le tienen un cariño especial a la naranja que les recuerda años gloriosos del Club o la vuelta del Cholo Guiñazú, y tantos otros se quedan con el repetido bordó que evoca esas noches inolvidable de Copa Libertadores.

El homenaje a La Docta en 1976
En el Club nos hemos caracterizado por innovar en la indumentaria y hay camisetas que son como esas fotos viejas que un día volvés a encontrar en una caja: te sorprenden, te sacan una sonrisa, y te cuentan una historia que vale oro. Esas camisetas de las que ni te acordabas. Así es la casaca alternativa que usamos en 1976, cuando nos pusimos (literalmente) a Córdoba en el pecho.

En pleno ’76, dos años antes del Mundial que se jugó en Argentina, salimos a la cancha con una camiseta blanca que tenía un escudo enorme en el medio: el emblema de Córdoba como sede del Mundial ’78.
¿Por qué? Porque somos Talleres. Porque siempre fuimos distintos. Nos gustó innovar, meterle identidad a todo lo que hacemos. En los 70 vivimos años gloriosos y había que mostrarle al país que Córdoba estaba lista para ser protagonista, ahí estábamos nosotros, con la T en el alma y la ciudad en el pecho.

No es una camiseta muy recordada, no se consigue fácilmente y no tiene mil réplicas dando vueltas. Pero existió. Se usó oficialmente y es parte de nuestra historia. Una perlita de esas que nos encanta rescatar, porque hablan de lo que somos: un club con historia, con sentido de pertenencia, y con orgullo cordobés.
¿Y vos? ¿De qué otra camiseta te acordás?