Hoy no es un día más en Córdoba. Hoy, 8 de julio, cumpliría años Amadeo Nuccetelli, el hombre que soñó en grande cuando nadie se animaba, el que revolucionó a Talleres desde las entrañas y nos enseñó que con coraje, convicción y unidos, se puede escribir una historia diferente. Hoy lo recordamos y lo celebramos como lo que fue: el más grande dirigente que tuvo la el fútbol de Córdoba.
Amadeo nació un día antes del Día de la Independencia, pero si nos preguntan a nosotros, los hinchas, la verdadera revolución se dio cuando él llegó a Talleres. Su presidencia, desde 1973 hasta 1987, fue mucho más que una gestión: fue una transformación. Agarró al Club en un momento turbulento y lo puso a jugar finales nacionales, a girar por el mundo, a meter jugadores en la Selección y a sentarse en la misma mesa que los grandes del país.
Porque sí, mientras muchos hablaban, Amadeo hacía. Soñó un Talleres protagonista cuando parecía utópico. Se cargó el Club al hombro, sacó de su bolsillo, subió a un acoplado con un megáfono para comprar a Valencia y no paró hasta ver a la “T” codearse con los más grandes. Nos regaló una década inolvidable, una época dorada que todavía vive en nuestras charlas, en nuestras banderas, en nuestras canciones.
Como escribió Daniel Salzano, no era sólo un presidente, era un personaje fascinante que caminaba por la peatonal como un rey sin corona pero con todos los cafés pagos. Alto, ocurrente, con bigotes de prócer y una idea fija: hacer de Talleres un Club grande de verdad. No le importaba si decían que era un loco, un iluso o un megalómano. Amadeo tenía algo que escasea: una idea clara… las agallas para llevarla a cabo.
Gracias a él, Córdoba se metió en el mapa del fútbol argentino con fuerza. Gracias a él, Talleres fue la punta de lanza de la Revolución del Interior. Gracias a él, Talleres es Talleres.
Hoy lo recordamos con emoción, con gratitud, con orgullo. Porque Amadeo no solo cambió al Club: nos cambió a nosotros, nos hizo creer que se podía. Nos enseñó que cuando el pueblo se une, no hay imposibles. Nos enseñó que ¡Juntos Todo!
Gracias, Amadeo, por tu visión, por tu coraje, por tu locura hermosa. En cada bandera, en cada camiseta, en cada hincha que sueña con ver a la «T» bien arriba, estás vos.
Feliz cumpleaños eterno, presidente del alma. Hoy, más que nunca, somos lo que soñaste.
