Un 23 de mayo, pero de 1979, el Estadio Córdoba fue testigo de una de esas jornadas que quedan grabadas en la memoria Matadora. Aquella noche, Talleres enfrentó nada menos que al AC Milan, el gigante de Italia y de Europa. Fue en el marco de la Copa de Campeones, un cuadrangular que también reunió a otros dos grandes del país: Boca y River. Nosotros, dijimos presente como representantes de una Córdoba que respiraba fútbol.
+ FOTO: El Hacha Ludueña, la pesadilla de los italianos:
El partido terminó 1 a 1, pero el resultado fue apenas una anécdota frente a lo que significó ese encuentro. Porque Talleres, con su identidad bien marcada y un equipo que era orgullo cordobés, se plantó frente a uno de los clubes más importantes del mundo con la misma actitud de siempre: jugar, competir y dejar el alma.
Los italianos se adelantaron con un tanto de Walter Novellino a los 24 minutos. Pero apenas comenzó el complemento, a los 49’, el Hacha Ludueña clavó el empate para desatar la ovación de un estadio repleto. Aquella noche saltamos al campo de juego con camiseta naranja, un detalle que aún muchos recuerdan con cariño.
+ FOTO: Tabla Copa de Campeones:
El equipo formó con Guibaudo; Ocaño, Galván, Binello, Pavón; Ludueña, Cabrera, Alderete; Bocanelli, Guerini y Cherini. Y aunque no pudimos contar con figuras como Daniel Valencia, Alberto Tarantini, Miguel Oviedo y José Reinaldi, que estaban de gira con la Selección Argentina, el grupo mostró carácter y jerarquía. Enfrente, el Milan contaba con nombres como Fabio Capello, Franco Baresi, Enrico Albertosi y Gianni Rivera. El peso de la historia y la calidad estaban sobre la cancha.
+ FOTO: La declaración de Rivera sobre Talleres:
Este partido no fue casualidad. Fue el reflejo del gran momento que vivía Talleres. Veníamos de obtener el título oficial de Córdoba por sexta vez consecutiva. Éramos protagonistas en el fútbol argentino, un equipo respetado, admirado, y que comenzaba a mirar de igual a igual a los poderosos del continente.
A 46 años de aquella noche, la emoción sigue intacta. Porque no se trató solo de un empate. Fue una declaración de principios. Talleres estaba para grandes cosas. Y esa historia, la que seguimos escribiendo día a día, tuvo capítulos que nos llenan de orgullo.
