Hay pasiones que ni los kilómetros, ni los calendarios, ni las giras internacionales pueden apagar. Y si no, que lo diga Juan Cruz Mallía, el crack del rugby argentino que hoy brilla en Europa con el Stade Toulousain y se prepara para enfrentar a los All Blacks con Los Pumas. Pero que, cada vez que habla de Talleres, se le ilumina la cara como cuando era un nene que iba de la mano del viejo al estadio.
+ VIDEO: Un amor a pesar de la distancia:
Esta semana, Juanchi charló con los amigos de La Voz del Interior, y se hizo un lugar para hablar de su otra camiseta. La que ama desde siempre. La que heredó del abuelo, que se la pasó al padre, y que hoy él lleva en el corazón: la camiseta de la “T”.
Contó que es fanático desde chico. Que fue muchas veces más a la cancha en los años bravos, cuando jugábamos en otras categorías, y ahora en Primera. Que la pasión no se mide por títulos, sino por lo que te genera el corazón cada vez que juega Talleres.
Pero hubo una historia que emocionó a todos: el día del ascenso a Primera en 2016, con el gol del Cholo Guiñazú. Mallía estaba nada menos que en Manchester, jugando el Mundial Juvenil de Rugby con la Selección Argentina.
Pero eso no lo frenó.
Con sus compañeros armaron una pantalla gigante para ver el partido. Y cuando terminó, con la emoción a flor de piel, llamó a su viejo llorando, repitiendo una y otra vez: «¡Volvimos a Primera!»
Ese momento lo marcó. Porque no importaba estar en Inglaterra, jugando un Mundial, ni estar rodeado de camisetas celestes y blancas de Los Pumitas. Ese día, la piel era albiazul.
Juan Cruz Mallía no solo es un embajador del rugby argentino en el mundo. Es, también, uno de los tantos hinchas de Talleres que lleva al club en el alma, allá donde lo lleve la vida.
Gracias Juanchi, por no olvidarte nunca de dónde venís y por seguir gritando los goles de la T, estés donde estés.
