Parece mentira que ya estemos a 27 años de aquella tarde en la que el corazón se nos salía del pecho. Vos sabés de qué hablo: la Final del Siglo, la que no se olvida, la que marcó un antes y un después en el fútbol de Córdoba, la que ganamos nosotros, los de la camiseta más linda, los de la pasión más grande de la provincia.

De un lado, los de Alberdi. Del otro la mayoría cordobesa, la gente de Talleres, sabiendo que no iba a ser fácil, pero con la certeza de que nadie nos iba a arrebatar el sueño. Y así fue, con la camiseta, a lo Talleres.

Primero fue el gol del Cachi en la ida, el 1 a 0 que nos dio el envión. Después la vuelta en el Chateau, un partido que nos hizo putear, llorar, reír y volver a putear, todo en noventa minutos. Porque lo veníamos controlando con el gol de la Chanchita, pero los del frente se vinieron con todo. Parecía que nos querían amargar la fiesta, pero se olvidaron quien estaba al frente.
+ VIDEO: Un partido inolvidable:
Al suplementario fuimos con la mística intacta. Cuando llegó la tanda de penales, sabíamos que estaba escrito que la gloria era nuestra. Mario Cuenca se vistió de héroe, el Lute la mandó a guardar, y ahí nomás explotó una ciudad que estaba siendo vista por todo el país. El grito fue eterno. Fue la bandera flameando más alto que nunca, fue el Matador volviendo al lugar donde siempre tuvo que estar.

No cualquiera puede decir que ascendió ganándole al clásico de toda la vida, y menos en una final de AFA. Por eso la llamaron la Final del Siglo, porque jamás va a haber otra igual. Ni para ellos, ni para nadie.

Ese equipo nos hizo tocar el cielo con las manos: el Cachi, la Chanchita, Cuenca con manos de gigante, el Tigre Gareca en el banco, y toda esa banda de gladiadores que entraron a la historia grande del Club.

Hoy, a 27 años de aquel día, seguimos celebrando. Porque los ascensos pasan, pero ascender dejando al eterno rival en el camino no se borra jamás. Es el recuerdo que cada hincha se lleva en el corazón, y que vamos a contarle a nuestros nietos.

Así que hoy venite a La Boutique. A revivir esa tarde épica, a abrazarnos otra vez, a gritar que la historia es de Talleres y que la Final del Siglo se queda del lado albiazul ¡Nos vemos en casa!