José Omar Reinaldi, “La Pepona”

Octubre 2020

Compartimos la nota publicada por Cadena 3 en su sitio web en homenaje a José Omar Reinaldi, “La Pepona”.

 

José Omar Reinaldi, “La Pepona”

 

Siempre decimos que en Córdoba existe un Registro Civil imaginario, paralelo, informal y popular, cuyo único requisito de inscripción es el cariño y la admiración. Cuando los cordobeses queremos de verdad a un personaje, lo bautizamos con un sobrenombre preciso e intransferible que surge desde el corazón y desde el ingenio.

A partir de ese momento, la persona deja de llamarse como indica el DNI y adopta para siempre el apelativo que surge de la reconocida chispa cordobesa. Para los cordobeses y para el mundo, José Omar Reinaldi es la PEPONA y listo, no se discute, ni se confunde con nadie más.

Siempre decimos que en Córdoba existe un Registro Civil imaginario, paralelo, informal y popular, cuyo único requisito de inscripción es el cariño y la admiración. Cuando los cordobeses queremos de verdad a un personaje, lo bautizamos con un sobrenombre preciso e intransferible que surge desde el corazón y desde el ingenio.

A partir de ese momento, la persona deja de llamarse como indica el DNI y adopta para siempre el apelativo que surge de la reconocida chispa cordobesa. Para los cordobeses y para el mundo, José Omar Reinaldi es la PEPONA y listo, no se discute, ni se confunde con nadie más.

La Pepona Reinaldi, la querida Pepa, formar parte del patrimonio sentimental de los futboleros cordobeses, como el Hacha, el Daniel, la Rana, el Cuchi, la Milonguita, el Pitón, el Chupete, la Araña, el Pato, el Cocayo o el Luifa.

La Pepona, seguramente pariente lejana y antecesora de las barbies, era una muñeca rubia que hacía furor y se había convertido en el juguete preferido de las niñas de fines de los 60s. Pepona fue el sobrenombre que el montón de los cualquiera eligió para distinguir a un extraño de pelo largo y rubio que apareció en las canchas cordobesas en aquellos años.

Reinaldi fue un notable futbolista, con una inteligencia clara como su cabello, que tenía un GPS para encontrar los espacios en la cancha, un jugador dúctil, hábil, rápido y versátil. Esa inteligencia le permitía jugar de manera eficiente, en cualquier puesto de la delantera o bien como volante.

Reinaldi fue un fino e implacable goleador, de aquellos que llegaban al gol naturalmente, jugando.

La Pepona terminó su carrera en el país y en el exterior con un promedio de casi medio gol por partido. José Omar Reinaldi es un caso muy particular en el fútbol.

Es querido, respetado, hasta idolatrado en Belgrano y en Talleres por igual, y así se lo hacen sentir cuando transita por las calles de la Docta.

Integró dos de los equipos que hicieron historia en Córdoba: el Belgrano de principios de los setenta y el Talleres de fines de la misma década, junto a futbolista inolvidables. Con jugadores como la Pepona no hay grieta que valga.

Jose Omar Reinaldi nació en Villa María el 27 de mayo de 1949. En su ciudad natal la Pepona disfrutó de su infancia entre la escuela y la pelota, como casi todos los chicos en esos tiempos.

La Pepa fue goleador del baby fútbol con las camisetas de Reconquista y Glostora. A los 15 años debutó en la primera, jugando para Unión Central de Villa María, hasta qué en 1967, se fue a vivir a Córdoba persiguiendo un sueño: ser arquitecto.

Su idea era bancarse los estudios universitarios con lo ganara en el fútbol. Así llegó a Lavalle en La Liga Cordobesa, donde estuvo durante 3 meses. Le fue muy bien, (convirtió 4 goles en 12 partidos) pero no le pagaban y él necesitaba ese dinero para estudiar, por eso dejó el club.

Los Piratas lo recuerdan como uno de sus grandes ídolos

Comenzó a jugar en el Interfacultades para el equipo de Arquitectura que armaba el dueño de la cantina. Allí, la Pepa jugaba por el café con leche y medialunas.

Eran los años finales de los 60, tiempos difíciles, con una Universidad muy politizada, tiempos de rebeldía, bohemia y pelo largo. Tiempos del Cordobazo y de instalarse en el barrio Clínicas, el barrio donde se construyó buena parte de la historia de Córdoba, donde se hospedaban los sueños de miles estudiantes que llegaban a la Docta desde todo el país.

En 1968 Belgrano clasificó para jugar en los viejos torneos Nacionales y decidió incorporar al joven delantero de Villa María.

De jugar para la facultad, a los 18 años, pasó a enfrentar al Estudiantes campeón de América y del mundo, gracias a la confianza de un maestro de técnicos: El Pucho Arraigada.

La Pepa fue por primera vez protagonista del Mundo Belgrano a fines de agosto del 68 cuando le ganó un amistoso a Estudiantes por 1 a 0, con gol de Dalombo, en un partido que terminó en una batalla campal.

El debut oficial de la Pepona fue en septiembre del 68, en un partido televisado un domingo por la mañana frente a Boca en la Bombonera, con victoria del xeneize por 3 a 1. Reinaldi convirtió el gol de Belgrano, nada menos que a Antonio Roma.

La Pepona fue elegido como el mejor jugador del Interior país en ese Nacional.

Reinaldi jugó durante seis años en Belgrano, incluso en el histórico equipo del 71. En esos años fue compañero de grandes figuras como el Cuchi Cos, la Garza Tocalli, el colorado Suarez, el Pato Laciar, Tito Cuellar, la Milonguita Heredia y Pancho Rivadero.

Belgrano fue campeón de la Liga Cordobesa en 1970, 71 y 73. Hizo más de cien goles y se convirtió en ídolo y símbolo del club.

El celeste de Alberdi se ganó el respeto del país futbolístico y la Pepona era su símbolo.

El rubio de larga cabellera se distinguía dentro de la cancha y la chispa del hincha cordobés encontró en esas muñecas rubias que estaban de moda, la inspiración necesaria para bautizarlo: ese día José Omar pasó a ser La Pepona Reinaldi para siempre.

Aquel Belgrano cambió la mentalidad del fútbol cordobés y entrenaba con criterios profesionales que exigían un gran compromiso y mucho tiempo.

Pese a su enorme esfuerzo para estudiar y jugar, Reinaldi debió dejar la Facultad y siempre le quedó como una asignatura pendiente, porque está convencido que deben hacerse las dos cosas, porque el fútbol se termina pronto.

Todos los años aparecía su nombre en el mercado de pases: que Boca, que River, que Francia (donde llegó a viajar), hasta dice una leyenda incomprobable, que vino un enviado de Nacional de Montevideo para seguir al 9 de Belgrano, pero ese día el que jugó con ese número fue el Palito Mamelli, al que el club Charrúa compró y con el que fue campeón intercontinental y uno de los mayores goleadores de la historia Tricolor.

En la final de La Liga del 74, Talleres le ganaba a Belgrano por 1 a 0, pero la Pepona metió dos golazos y dio vuelta el marcador.

Angel Labruna era el DT de Talleres y tomo nota sobre el rubio que lo amargó ese día, por eso lo llevó a River para ser campeón después de 18 años, en 1975.

La Pepona alternaba con grandes figuras, en un plantel donde brillaban, entre otros, Fillol, Perfumo, Pasarella, JJ, Alonso, Morete, Luque y Pinino Más.

El cordobés era un cambio cantado y cada vez que ingresaba cumplía, casi siempre con algún gol.

La Pepona hizo dos goles que le dieron a River el torneo Nacional de 1975 y la idolatría del hincha millonario.

Reinaldi junto a Daniel Passarella y Oscar «Pinino».

En el octogonal final convirtió uno contra Estudiantes, que le dio la victoria frente al equipo de Carlos Bilardo, que le peleaba el campeonato y que significó el 2 a 1-

El otro gol fue agónico y fundamental, después de un centro pasado de J.J. Lopez, el ingreso fantasmal de Reinaldi que clavó un zurdazo sobre la hora en Rosario, frente a Central.

Fue un gol que se gritó en todo el mundo River. Con esa conversión en el último suspiro del partido, el equipo de Labruna logró el título, fue el gol soñado que cerró un año perfecto al consagrarse Bicampeón con la casaca millonaria.

Con el tiempo, se conoció esta historia: Labruna lo había hecho entrar porque él sintió que se lo pedía su hijo que había fallecido. Gritaba mirando al cielo con lágrimas en los ojos en el momento del gol ‘Me lo dijo Daniel, me lo dijo Daniel’. Fue conmovedor,

Mientras Labruna agradecía al cielo, la Pepona sintió tocar ese mismo cielo con las manos.

Otra leyenda cuenta que uno de los más reconocidos escritores argentinos de todos los tiempos tuvo un gato con el disminutivo del sobrenombre del rubio cordobés.

En la casa de Jorge Luis Borges. La hija de la ama de llaves del notable literato le llevó de regalo un gato albino, que por su admiración hacia Reinaldi fue bautizado “Pepo” como apócope de su apreciada Pepona.

En 1976 se fue al Barcelona de Guayaquil donde convirtió 9 goles en 18 partidos.

Retornó a Córdoba para jugar para Talleres. Logró otros tres títulos de la liga cordobesa (1977 a 1979) y a nivel nacional fue goleador del Nacional 1978 con 18 tantos.

En la final del torneo Oficial de la Liga del 79 le convirtió cuatro goles a Racing de Nueva Italia y la Pepa también estuvo en el notable equipo de la T no pudo ser campeón del Nacional 77, en enero del 78 en la Boutique, en aquel increible partido ante Independiente.

Su blonda cabellera le valió el apodo de Pepona

El primer partido en Talleres fue un amistoso contra Independiente. Jugaba Daniel Willington. Y a los quince minutos la gente empezó a gritar: “¡Ya van a ver, ya van a ver, cuando la toquen la Pepa y el Daniel!”.

En el Metropolitano 81, la Pepona convirtió en la Bombonera, el único gol de Talleres que perdió 4 a 1, el día del debut de Maradona en Boca.

Con Diego había sido compañero en el plantel de la Selección dos años antes.

La Pepona tuvo un breve paso por el equipo que dirigía Cesar Menotti, donde jugó dos amistosos en 1979 frente a Bulgaria y contra Irlanda.

En 1981, Reinaldi jugó el Nacional para Belgrano y lejos de endilgarle su paso por Talleres, los Piratas pintaron en la entrada del club “Bienvenido Pepa…. Indudablemente eran otros tiempos, no existían las redes sociales y los hinchas utilizaban el sentido común.

En 1983 jugó en Loma Negra de Olavarría, que había formado un gran equipo, con jugadores como Mario Husillos, Felix Orte y Luis Galván, a partir del poderío económico de la empresa que presidía Amalia Lacroze de Fortabat.

Posteriormente pasó a Rosario Central. En el cuadro canalla disputó 32 partidos y marcó 13 goles; uno de ellos fue en el clásico rosarino y además, convirtió tres tantos a Vélez Sarsfield, en los últimos diez minutos de un partido que sirvió para ganarlo por 3 a 2.

La temporada 1984 fue la última como futbolista y ese año jugó el Nacional para Belgrano y el Metropolitano para Talleres.

En Belgrano disputó tres partidos porque una lesión lo dejó un tiempo fuera de las canchas. De allí pasó a Talleres donde se retiró.

En octubre de 1984 despidieron a Humberto Maschio de la dirección técnica del equipo albiazul y Nuccetelli le ofreció el cargo al entonces futbolista José Omar Reinaldi.

La Pepona dejó el fútbol y a la semana se puso el buzo de DT para dirigir a sus propios compañeros.

Luego fue DT en diversos clubes hasta 2008: Barcelona de Guayaquil, Almirante Brown, otra vez Talleres, Textil Mandiyú y Ñuñorco.

En Córdoba también dirigió a Racing de Nueva Italia en la primera división de AFA, en la Liga de Córdoba a Lasallano, Bella Vista, Universitario, San Lorenzo y Gral Paz Juniors.

Actualmente es el Secretario General del gremio de los técnicos de Córdoba y el Director de la escuela de entrenadores.

Además, desde hace más de 20 años es columnista en el programa televisivo “Línea de 4”.

Como futbolista, La Pepona siempre tuvo las puertas abiertas en los dos grandes del fútbol cordobés, estuvo en 3 períodos distintos en Belgrano (club en el que debutó) y otros 3 en Talleres (donde se retiró del fútbol e inició como DT)

De chico fue hincha de Boca y de Rojitas, de grande le dio el gol del campeonato a River en el año en el que dejó atrás 18 años de frustración.

La clase, la jerarquía, el talento y la calidad de Reinaldi superó cualquier grieta futbolera.

La Pepa fue un futbolista dúctil e inteligente, que desde siempre entendió el juego.

Reinaldi fue un goleador que jugaba.

La Pepona fue el extraño de pelo largo y rubio que pasó por el fútbol dejando una huella.

José Omar Reinaldi hizo que los cordobeses dejarán de lado el color celeste o albiazul de sus corazones para quererlo, adoptarlo y admirarlo.

Por eso en ese imaginario Registro Civil donde se inscriben los sobrenombres de los cordobeses más queridos, reemplazaron el DNI que decía José Omar Reinaldi, para dibujar una Pepona rubia.

NOTA CADENA 3