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La conmovedora despedida de la Rana Valencia a Luis Galván: «Quiero contarles algo…»

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En el alma de Talleres hay nombres que se pronuncian con orgullo y con respeto. Nombres que marcaron el camino, que dejaron una huella profunda y que hoy nos duelen por su partida. Luis Adolfo Galván es uno de ellos. Un ídolo que se fue en silencio, pero que dejó una historia imposible de olvidar.

Su compañero de siempre, Daniel Valencia, lo recordó con emoción, destacando no solo su fútbol, sino su esencia: la humildad, la entrega, la serenidad de los que enseñan más por lo que hacen que por lo que dicen. En su mensaje, invitó a los más jóvenes a conocer a ese referente que fue mucho más que un campeón del mundo: fue un verdadero maestro de vida.

«Sobre todo a los más jóvenes, quiero contarles algo. Antes de que las luces y los flashes invadieran cada rincón que nos correspondía. Antes de la tercera y la segunda, llegó la primera. Y en esa primera hubo artífices de todo tipo. Algunos ruidosos, otros celebrados. Pero hubo uno —silencioso, tímido— que fue, sin lugar a dudas, un maestro. Los diarios lo calificaron con un 10 en aquella final contra Holanda. Para mí, se quedaron cortos. Porque desde Santiago del Estero, desde el interior profundo del país, no había nacido solo un campeón del mundo. Había nacido una leyenda. ¡Qué privilegio fue disfrutar tantos años de vos, Luisito! No sólo con la celeste y blanca, sino en nuestro querido Talleres, donde tu entrega fue siempre una enseñanza más que un espectáculo. El sábado vi que te hicieron una bandera. Ojalá hayas podido verla. Era un mimo que te merecías hace muchísimo tiempo. Tal vez sí la viste. Tal vez era ese último saludo que estabas esperando para irte. A los que quedamos acá nos duele. Duele mucho. Y a mí, en lo personal, me pesa haber tenido que escribir tantas despedidas. El tiempo avanza sin pedir permiso, llevándose pedazos de lo que fuimos. Pero no se lleva todo. Porque allá donde vayas, estoy seguro de que vas a seguir enseñando. Gracias por tanto, Luis. Un abrazo eterno. Para siempre.» , escribió La Rana.

Un amor para toda la vida

Luis Galván nació en Santiago del Estero y llegó a Talleres en 1970. Desde ese momento, comenzó a escribir una de las historias más grandes del club. Con 503 partidos disputados, se convirtió en el jugador con más presencias en la historia albiazul. Fue pilar de aquel equipo que alcanzó el subcampeonato en el Nacional 1977 y que dominó durante años la Liga Cordobesa.

Su talento y compromiso lo llevaron a lo más alto: fue titular en todos los partidos de la Selección Argentina que ganó el Mundial de 1978. En la final ante Holanda, su actuación fue tan impecable como representativa del jugador que siempre fue: firme, inteligente, sin estridencias, pero inmenso.

Pero Luis no se despidió del fútbol cuando colgó los botines. Siguió vinculado a nuestra institución durante décadas, guiando y formando a nuevas generaciones en nuestras escuelas, en las inferiores y en el fútbol femenino. Siempre dispuesto, siempre presente, siempre con Talleres en el corazón.

Hoy el club pierde a un emblema, y el fútbol argentino a uno de sus campeones más nobles. Nos queda su legado, su ejemplo, su amor eterno por estos colores.

Acompañamos con profundo dolor a su familia, sus amigos y a toda la comunidad albiazul en este momento tan triste.

Gracias por todo, Luis.

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