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Con un plantel corto y un cronograma apretado por la doble competencia, «El Cacique» Medina optó por darle minutos a varios pibes que se consolidan en el primer equipo. Conocé sus historias.
Talleres está vivo en todos los frentes. Con victorias merecidas, derrotas insólitas, goles agónicos, errores de principiante… todos los análisis se derrumban ante el indiscutible peso de los resultados: Talleres sigue vivo en todos los frentes, y ese es un logro digno de reconocimiento, más allá de cómo termine la historia.
En un contexto complejo, con una economía golpeada por la pandemia, el presente de la «T» no puede explicarse sin mencionar a los actores de reparto de esta película: los pibes del «Matador», que tuvieron que crecer de golpe, y, por ahora, aprobaron con creces.
La doble competencia trajo un cronograma muy apretado para los de barrio Jardín, que por seis semanas consecutivas se dividen entre el torneo local y la Sudamericana.
El trajín, como es de esperar, produjo importantes bajas por lesiones: el brasileño Guilherme Parede, que fue operado tras romperse los ligamentos cruzados, y el volante Federico Navarro, con una contractura, fueron dos de las más sentidas. Y ambos las sufrieron en encuentros de la cita internacional.
Navarro, precisamente, se inscribe dentro del grupo de juveniles que se consolidaron en primera. El volante central es la gran joya albiazul, y se constituyó con el correr del tiempo en una pieza basal del esquema de Alexander Medina.
El mediocampista nació el 9 de marzo del 2000 en Frontera, Santa Fe, ciudad ubicada en el límite interprovincial con la localidad cordobesa de San Francisco.
El volante, siendo adolescente, arribó al club de barrio Jardín en 2013, tras dar sus primeros pasos en el baby fútbol en Deportivo Sebastián. Llegó a Córdoba junto a Exequiel Beltramone, otra perla de la zona que se pulió en la cantera de la “T”.
Tras afianzarse en inferiores en base a fútbol y despliegue en el círculo central, en 2018 pasó a integrar el plantel de la Reserva de Talleres, que venía de ser campeón con Bovaglio a la cabeza.
Con 18 años, se consolidó en ese equipo que, ya con Walter Lemma de técnico, volvió a dar la vuelta olímpica, marcando un hito en la categoría para el deporte cordobés.
Debutó como titular en primera en febrero de 2019, ante Atlético Tucumán, por la Superliga, con Juan Pablo Vojvoda como entrenador.
Pasaron los meses, llegó “El Cacique” Medina y “Fede” siguió en la consideración, aunque por detrás de Cubas, Pochettino y José Mauri. Tras el extenso parate por la pandemia, llegó la Copa Maradona, donde se afianzó en el once inicial, explotó y se convirtió en figura.
Si de piezas claves y juventud se habla, otro nombre que aparece es el de Piero Hincapié. El zaguero tiene apenas 19 años, pero hoy es un titular indiscutido en Talleres.
Piero nació en Esmeraldas, Ecuador, el 9 de enero de 2002, y se desempeña como defensor central. El futbolista viene de Independiente del Valle, donde integró el plantel superior en los partidos de la liga local y la Copa Libertadores del 2020.
Además, fue campeón de la Copa Libertadores Sub 20 y jugó un Mundial juvenil con el seleccionado de su país. Su proyección lo llevó al radar del Manchester City, pero finalmente recaló en la “T”, que adquirió el 50% de su ficha por un millón de dólares.
Zurdo, de buen pie y elegante, aporta solidez a la estructura defensiva de Talleres, donde empezó como opción y terminó siendo prioridad.
Otros que arrancaron como variantes pero ya demostraron atributos para pelear la titularidad son dos laterales: Augusto Schott y Ángelo Martino.
Schott, de 21 años, es un diamante más de la cantera albiazul. Se inició en el centro vecinal San Miguel de Arroyito, su ciudad natal, y cuando creció pasó al Club Deportivo y Cultural Arroyito.
En 2012, cuando era un preadolescente, en Talleres le pusieron el ojo y pasó a las inferiores del club. Allí fortaleció su juego año tras año e integró el plantel bicampeón de la Reserva.
Su buen rendimiento lo llevó también a la Selección argentina Sub 19 que disputó los Juegos Odesur, y lo promovieron al plantel de primera. Debutó el 30 de octubre del año pasado, en el triunfo del “Matador” sobre Newell’s en el arranque de la Copa Maradona, cuando ingresó a falta de 10 minutos para el final.
Pese a que fue demostrando pinceladas de talento, su actuación consagratoria fue en el triunfazo de la “T” ante Boca en marzo pasado. Augusto fue titular en “La Bombonera” y jugó con el aplomo y la solidez de un experimentado.
Por la otra banda, Ángelo Martino se fue ganando la confianza del técnico y de los hinchas con el correr de los partidos. Llegó al club en febrero de este año, proveniente de Atlético de Rafaela, donde se formó.
Tras tener un buen rodaje en “La Crema”, Martino, de 22 años, fue contratado por la “T” como una alternativa a Enzo Díaz en el puesto.
En un puñado de meses, el lateral demostró, cuando le tocó estar, velocidad y una gran proyección por su carril, constituyéndose en un arma en ataque y un bastión en defensa.
Estas características, sumadas a su entrega y sacrificio, le hicieron sumar minutos y adeptos en quienes piden que sea definitivamente titular.
También aparecen otros chicos, muy chicos, en este listado. Julián Malatini, que mostró sus primeros destellos como titular ante Tolima, se afianza como una opción por la banda derecha. A sus 19 años, con altura y un gran porte, no se achicó en un duelo en el que la “T” tenía mucho en juego.
Arriba, en tanto, aparecen más pibes: Ignacio Lago y José Romero, ambos de 18 años, y Matías Sosa, de 19, están bajo la mirada del “Cacique” cuando gira en busca de opciones en el banco.
En Talleres, el apretado calendario exige mirar más a las inferiores en busca de variantes. La situación divide aguas entre quienes aplauden las chances que se les dan a los juveniles, fomentando el patrimonio del club, y los que cuestionan que no se contrató a más jugadores de experiencia para tener un plantel más largo.
Asimismo, se disparan otras cuestiones: ¿Están preparados los juveniles para hacerse cargo en instancias tan trascendentales, o “se los quema”? ¿Tienen menos presión al jugar sin público? ¿Le alcanza a Talleres el recambio, o tendría que haber traído más refuerzos? ¿Debe ir por todo, o elegir uno de los frentes? Por ahora, la mesa está servida. Y las chances, intactas para la “T”.