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Un nuevo aniversario del ascenso frente a Instituto: final del Octogonal 1994

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Hay partidos que uno se acuerda para siempre. No por el resultado, no por los goles, sino por todo lo que significaron. Por lo que se gritó, por lo que se lloró, por lo que se vivió con el corazón en la mano. El 6 de agosto de 1994 fue uno de esos días: ¡VOLVÍAMOS A PRIMERA!

+ VIDEO: Instituto 1 TALLERES 3 – Octogonal 1994:

Era una tarde perfecta en el Chateau Carreras. La cancha explotaba. Las banderas, los bombos, el humo azul pintaba el aire. Sabíamos que no era un partido más: era una final. Contra Instituto. Por el ascenso. Con la ilusión cargada en la espalda de cada uno de nosotros.

Habíamos empatado 1-1 en Alta Córdoba y todo se definía esa tarde. La “T” formó con Irusta; Graieb, Kesman, Rivarola y Rozzi; Benítez, Chacoma y Rossi; Gauna; Boldrini y Osorio. Desde el primer minuto, Talleres salió a jugarlo con el alma.

A los 5 minutos nomás, un cabezazo de Daniel Kesman nos puso arriba. ¡Qué grito, hermano! Nos abrazamos con desconocidos, llorando, sabiendo que algo grande se venía. Instituto se quedó con uno menos a los 10 por un codazo que todavía se recuerda. Pero ellos empataron de penal a los 40. Silencio, bronca, pero nunca duda.

El segundo tiempo fue nuestro. En las tribunas y en la cancha. A los 32, apareció el Chino Benítez con un zurdazo cruzado que entró pegado al palo. Ese gol… ese gol lo tengo guardado en el pecho. Y cuando el reloj ya se iba, Oscar Osorio metió el 3-1 de cabeza. Fue como ver caer el cielo: todos al piso, todos al abrazo, ¡TODOS A PRIMERA!

No me voy a olvidar nunca de ese día. El festejo, la vuelta, los ojos llenos de lágrimas. Habíamos vuelto. Talleres estaba de nuevo en Primera.

+ FOTO: Daniel Kesman:

Hoy, 31 años después, esa tarde sigue viva en cada hincha. En los que estuvieron y en los que la escucharon contar mil veces. Porque no fue solo un triunfo: fue una página inolvidable en la historia del fútbol cordobés.
Y fue nuestra.

Porque si hay algo que nos enseñó ese 6 de agosto de 1994, es que Talleres siempre vuelve. Siempre pelea. Y siempre, siempre, va a estar entre los grandes.

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