El 24 de mayo no es una fecha cualquiera. Hace 94 años, en una jornada que quedó grabada a fuego en nuestra historia, Talleres colocaba la piedra basal de un estadio que nacería para ser símbolo de modernidad, pertenencia y orgullo albiazul: nuestra querida Boutique.

Ese día de 1931 no fue simplemente el inicio de una obra. Fue el comienzo de una manera de sentir. Porque La Boutique no se hizo solo con cemento y ladrillos, se construyó con visión, con pasión, con el empuje inquebrantable de una comunidad que sabía que Talleres era mucho más que un equipo de fútbol. Era y es una forma de vida.

Talleres, el equipo de Córdoba
Todo comenzó en la década del 20, cuando el club, ya consolidado como un gigante popular, necesitaba dar un salto. La cancha detrás de los talleres del Central Córdoba, que nos albergaba desde 1917, empezaba a quedar chica frente a la convocatoria creciente y los sueños cada vez más grandes. En 1926, la Asamblea decidió comprar un terreno en barrio Firpo (hoy General Bustos). Pero ese espacio no era lo que se necesitaba. Entonces, apareció un gesto que cambió la historia.
+ FOTO: Portada La Voz de Interior, 7 de octubre 1931:

Francisco Espinosa Amespil, empresario visionario y generoso, donó al club unas tierras en un descampado cercano al Parque Sarmiento, en el barrio que llevaba su nombre: Jardín Espinosa. El sueño tomó forma. En noviembre de 1930 los socios aprobaron la obra. Y el 24 de mayo de 1931, se colocó la piedra basal. Así nació La Boutique.

La construcción fue dirigida por Agenor Villagra y Santiago Allende Posse, bajo la presidencia de Alberto Bernis Sales. Su arquitectura art decó, la icónica escultura del atleta Capitanelli firmada por Ramacciotti, y los elogios de los diarios de la época que hablaron de “espíritu progresista” y “estilo moderno”, convirtieron al estadio en patrimonio de la ciudad.

Dos meses después de su inauguración, Talleres enfrentaba a Instituto en su primer partido oficial en ese templo. Desde entonces, La Boutique fue el escenario de partidos profesionales y testigo de innumerables gestas deportivas.
GRANDES DE LA HISTORA EN LA BOUTIQUE
Un dato de color es que en La Boutique jugaron 3 de los mejores futbolistas de la historia de este deporte: Pelé, Maradona y Di Stéfano.

Diego estuvo en La Boutique en sus inicios, el 8 de diciembre de 1976 por el Campeonato Nacional y con 16 años recién cumplidos fue titular en el equipo de La Paternal. Mostró algo de su magia pero no le fue muy bien. Talleres «bailó» a su equipo con un contundente 5 a 0.
La Saeta Rubia, uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos, jugó tres veces en La Boutique y anotó cuatro goles. Precisamente en Barrio Jardín hizo su debut en la primera de River el 7 de julio de 1945 ante un combinado de Córdoba (1 a 1 con gol suyo).
O Rei y el Santos fueron huéspedes de La Boutique un par de veces. La Primera, en 1964, finalizó con victoria de los brasileros 2 a 1, mitras que en la segunda, seis años más tarde, también fue triunfo de los visitantes pero esta vez por 2 a 0. Pelé no pudo anotar. Si bien luego de su paso por Córdoba Pelé elogió a Daniel Willington como uno de los mejores jugadores del mundo, fue la Roberto «La Chancha» Cortez quien tuvo el atrevimiento de meterle un caño al Rey.
LA FAMILIA MATADORA SE AGRANDÓ DEMASIADO
Pero como todo lo vivo, La Boutique también conoció el paso del tiempo, las pausas, las mudanzas. A fines de los 70, la localía se trasladó al Estadio Kempes, y con el correr de los años, el deterioro hizo que dejara de ser apta para el fútbol profesional.

La remodelación, con nueva iluminación y estructura, permitió que el primer equipo volviera a jugar allí. El 20 de marzo de ese 2008, luego de cinco años, la Primera volvió a su casa.
Y fue en 2015, con la gestión del presidente Andrés Fassi, cuando se puso en marcha un verdadero plan integral de recuperación: sembrado de césped, infraestructura moderna y puesta en valor del edificio. Hoy, con estándar CONMEBOL, el estadio es sede de la Reserva y de la competencia juvenil, y también alberga la administración del Club. Una casa viva, funcional, activa.

La Boutique no es solo un estadio. Es un testigo silencioso del esfuerzo de miles. Un espacio donde la historia respira. Una muestra del coraje dirigencial, de la generosidad de hombres como Espinosa Amespil, y de la pasión inagotable de los socios y socias de Talleres.

Hoy, cada vez que caminamos por sus tribunas o vemos a los pibes de El Tallerito defender la camiseta, volvemos a aquel 24 de mayo. Volvemos a la piedra basal. A esa semilla de identidad que germinó en Jardín Espinosa para convertirse en hogar eterno.

Gracias a quienes lo soñaron. A quienes lo construyeron. Y a quienes lo mantienen vivo.
Porque La Boutique no es pasado: es presente, es futuro.
Es Talleres. Y es de todos.